Trova y algo más...

domingo, 28 de febrero de 2010

Muere Carlos Montemayor, que también es México...

A los 62 años de edad, el escritor mexicano Carlos Montemayor falleció la madrugada de este domingo en esta ciudad, víctima de un cáncer de estómago que lo aquejaba desde hace cuatro meses y por el cual tuvo que ser hospitalizado desde el lunes en el Instituto Nacional de Cancerología.

Montemayor no tendrá velatorio por decisión propia; sin embargo, sus restos serán llevados hoy durante algunas horas a la sede de la Academia Mexicana de la Lengua, de la cual fue miembro de número, y que se ubica en la calle Liverpool número 76, Zona Rosa.

El escritor, poeta, narrador y ensayista nacido en 1947, en Parral, Chihuahua, fue también un destacado tenor. Uno de sus libros más recordados es “Guerra en el paraíso”, donde trazó el relato de los hechos violentos que se vivieron en México en los años 70.

Pese a su enfermedad, el autor todavía pudo concluir su libro “La violencia de Estado en México”.

En los últimos años, Montemayor mantuvo una diversa actividad creativa, pero también como integrante de la comisión mediadora entre el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el gobierno federal.

El año pasado fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, y obtuvo la presea Gawí Tónara: Pilares del Mundo, que es el máximo galardón de las artes chihuahuenses.

Entre sus libros destacan también “Tarahumaras: pueblo de estrellas y barrancas”, “La fuga” y “Armas del alba”.

Otros reconocimientos que recibió fueron el Premio Internacional Juan Rulfo, el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio José Fuentes Mares y el Colima de Narrativa.

Montemayor fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas. La traducción fue otro de los campos en donde destacó, pues dominó el inglés, italiano, francés, griego arcaico, clásico y vulgar, y el latín en todas sus formas.

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Pero como Montemayor no estuvo en la detención o asesinato de algún capo refulgente, de seguro que no habrá homenajes para él de parte del Felipe, y ni falta que hace...

Desde aquí se eleva este modesto homenaje y recuerdo a su memoria.

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Como la Nueva trova Cubana...

Noel Nicola, Silvio y Pablo : porque alguna vez fueron jóvenes
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Yo nací en Hermosillo, viví en Navojoa y, llegado el momento de tomar decisiones, me largué a donde pude largarme sin deberle al fisco ni estropear las finanzas de la Fundación Zamoraguirre, que me becó en aquellos tiempos precámbricos, cuando fui joven, bello, feliz e indocumentado.
Hoy soy como la Nueva Trova Cubana, según la definiera el Amaury Pérez la última vez que estuvo en el Auditorio Cívico —antes de que le dieran la maquillada más cara que en la historia ha habido—:
La Nueva Trova Cubana ya ni es nueva porque nació hace más de 40 años*, ya ni es trova porque casi todos nos acompañamos por orquesta, y ya ni es cubana, porque la mayoría de aquellos de entonces andamos repartidos por el mundo... dijo el Amaury y casi todos nos reímos como imbéciles, sobre todo porque no le entendimos el chiste.
Y así: yo ya no soy joven por lo mismo que dijo el Amaury, tampoco soy bello porque acaso lo único que me queda de aquella fermosura —para estar a tono con mi edad y siglo literario— es la mirada de San Francisco de Asís tercermundista... y tal vez lo único que queda de aquel lento y hormonal animal que fui, que ya no he sido —bueno: lento sí, pero hormonal no—, es seguir siendo indocumentado —aunque los papeles me rodean como testimonio humano de algo que nunca he querido ser— y feliz ex oficio, porque es algo que está ínsito en el ser humano.
La felicidad que me desborda también a veces me permite llorar por todo lo que no comprendo, por aquello que no debería de ser, lo que no tendría que suceder, como la muerte de inocentes o el abuso sistemático de un sistema abusivo que apenas nos deja respirar; un sistema corrupto, que nació muerto y que tal vez por ello no funciona...
Necesitamos con urgencia darnos cuenta de eso, ver debajo de la alfombra de las celebraciones, de los discursos huecos y de las poses de diva de nuestros políticos para percatarnos que ellos están flotando, que viven en una esfera que no tiene sus raíces en el México cursi y futbolero que nos quieren vender las televisoras con sus conceptos baratos y sus imágenes alienadas, sino en un México que tiene cuentas bancarias en Suiza y posesiones en California y vacaciones en Canadá y educación de sus hijos en España e Inglaterra... un México que no es el nuestro, el México jodido que describió Emilio Azcárraga, El Tigre, rabioso soldado del sistema.
Un México que ha soportado todo con estoicismo: hasta la agonía de la esperanza, que bien dicen es lo último que muere...
Un México que poco a poco ha dejado de ser nuestra cuna materna, los brazos de mi padre, la risa de los hermanos, el recuerdo de los abuelos: serios, fumando en el pasillo al borde de una taza de café, platicando de sus propios abuelos venidos de otros pedacitos de México...
Ahora es una tierra que sirve de puente para cruzar ríos y jaurías, para evadir los arañazos del hambre y la miseria, el soporte de nada que sirve para brincar un muro más feroz que cualquier programa de beneficio social, pero que a la vuelta del tiempo, en la oscuridad del anonimato, en las calles de la fuga, en los rincones de una cultura ajena, ofrece lo que nadie acá promete: la mitad de la vida, que el resto es cuestión de cada quien...
Pero yo no me voy. Yo me quedo.
Me quedo a construir lo poco que se pueda construir, lo poco que pueda transformar para amoldar un nuevo país para nuestros hijos y tal vez para nuestros nietos...
Yo me quedo a levantar golpe a golpe y beso a beso una nueva casa para los abrazos, para la felicidad, para los sueños...
Me quedo para morirme en el intento si es preciso...
Porque origen es destino...
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*El 18 de febrero de 1968, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola agotaron sus canciones en la sala Che Guevara de Casa de las Américas, en lo que es considerado el primer concierto de la Nueva Trova Cubana.

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sábado, 27 de febrero de 2010

Sé esa palabra en mi boca...

Hoy por la mañana hubo un sismo en Chile de proporciones desastrosas. Lo lamentamos y nos sumamos a la tristeza.

Entiendo que también hubo un temblor por aquí. Alguien lo dijo en voz baja. Pero ese lo celebro.

No sé si la desgracia debería sobreponerse a los momentos de felicidad, o tendría que ser a la inversa. No sé.

Tampoco sé cómo se logra el equilibrio.

Como dicen: Cuánto anhelamos ese equilibrio, ese complemento perfecto, para adherirnos a otras historias, para "infringir otros mundos" y pensar que tan solo necesitamos ese "boleto"...

Tratemos de no probar la soledad, dicen.

Ni en Chile ni por aquí.

Y esta es la colaboración y la búsqueda en un sábado sublime:

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"Toma mi mano que tengo miedo, pero suéltala que no quiero depender de ti.

Dame un abrazo a ciegas, y prende la luz para poder verte.

Toma mi corazón latente pero devuélvelo... porque no quiero quedarme sin él.

Besa mis labios y límpialos para no hacerme adicto a tus besos.

Te adhiero a mi historia, pero deja partes que yo solo pueda escribir.

Te muestro mi sonrisa, pero no me la arrebates por favor.

Víveme en las bajas pasiones pero con responsabilidad y sin excusas.

Enrédate en mis hilos que no te asfixiaré.

Dame un boleto para infringir tu mundo, y conocer un poco más de ti.

Volteemos el pasado y usemos su lado positivo.

Enciérrame en tu cárcel… pero déjame ir cuando llegue la hora.

Tu felicidad es mi vicio, mi vida es el deseo que siempre guardé.

Con dificultad confío, con facilidad me refugias en tus brazos abiertos.

No intentemos cambiarnos, busquemos adaptarnos.

No pruebes de mi soledad, saborea mi compañía.

No provoques que te necesite… sólo te puedo extrañar.

Sin cadenas, sin grilletes; sólo las manos entrelazadas para avanzar en el camino.

Sin violencias, ni maltratos, comprensión y oratoria.

Mi cuerpo y corazón no tienen escudos, no te puedes volver mi refugio. Tan sólo sé el Te amo en mi boca..."

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Carlos Arturo en "Crónicas de una Quimera Americana"... y ahora aquí...

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viernes, 26 de febrero de 2010

Para vivir mejor...

Diputados federales y locales de la fracción parlamentaria del PRD, encabezados por Agustín Guerrero Castillo, iniciaron una campaña para promover la revocación de mandato del Presidente Felipe Calderón.

Durante la presentación de la campaña, donde los legisladores colocaron una manta con la consigna “Para vivir mejor, renuncia Calderón”, el diputado federal Agustín Guerrero señaló que contrario a las promesas de campaña electoral, Felipe Calderón ha convertido su mandato en un “desgobierno”.

“Nos han comentado los ciudadanos que en cualquier trabajo, una persona que no hace bien su chamba, que no tiene la capacidad de hacer bien las cosas, debe ser despedido. El señor Calderón ha tenido tiempo suficiente para demostrar si sabe o no hacer las cosas”, dijo Guerrero Castillo.

El objetivo de esta campaña, señaló el Presidente del PRD en el distrito Federal, Manuel Oropeza, es la realización de una consulta ciudadana programada para los días 22, 23 y 24 de mayo, por lo que los próximos tres meses, habrá actividades para informar a la población sobre la consulta.

Manuel Oropeza hizo un llamado a la ciudadanía para que se expresen de manera pacífica uniéndose al movimiento que, explicó, surgió en base a un acuerdo del Congreso Social, “es una iniciativa ciudadana donde no solamente participa el PRD, es un acuerdo de congreso social que se llevó a cabo el 5 de febrero en Querétaro”.

Por su parte, la diputada Leticia Quezada, informó que se realizan acciones de información en Sonora, Tabasco, Guanajuato y el Estado de México, además de las 16 delegaciones en el Distrito Federal.

“Los resultados de la consulta ciudadana serán llevados a la Cámara de diputados para que se inicie un juicio político contra Felipe Calderón”, añadió Guerrero Castillo.

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Un día para barrer la basuridad...

Hoy es viernes, y según las celebraciones que marca el calendario del Más Antiguo Galván, los viernes son días para el amor. “Por favor... pero ya”, diría la Cecy sentada en una roca frente al mar, en el último peñasco de la bahía de Guaymas y corriendo el peligro de que una gaviota pase y desaloje sus emplumados intestinos sobre ella. Y cómo no, si con tanto basurero que nos echan todos los días tirios y troyanos, pues acá quedamos sumidos en el peor cochinero que pudiera haber. Y nadie se salva, nadie.

Pero para quienes queremos al menos respirar un poquito de algo que no sea lo que nuestro recordado, querido y difunto amigo Toño Villa definía con un sustantivo tan de él que se volvió un neologismo que los políticos ignoran poéticamente y se lo pasan por su aliancístico arco del triunfo: “Basuridad”, decía el Villa, y hasta le escribió un soneto a la palabra; para nosotros, decía, que queremos respirar bonito cuando menos los viernes, están esos seres extraños que nombramos con la simple palabra de soñadores. Ellos, como dice Hitch, especialista en citas, defienden que “La vida no es la cantidad de veces que respiras, sino la cantidad de veces que una pasión te sofoca”. Y alégale al ampayer, mi güen.

No sé tú, pero yo tengo un amigo que jura y perjura que todos los días se enamora, llueva, truene o haga un calor de la tzingada. Pues tendrá corazón de corral ganadero, pienso. Yo no doy para tanto: yo nomás me enamoro cada era geológica o cada vez que el cometa Kohoutek cruza por los cielos terráqueos, y que bajita la mano sucede una vez cada periodo que oscila entre 9000 y 16000 años; o sea… ya voy a estar como muy viejito…

Leí el otro día a mi extrañada Nadym y también pienso como ella: No soy valiente, lo sé, pero también sé que amo. Hoy me levanté temblando, no he dormido nada y las ojeras me llegan casi hasta los pies. Te he visto una y otra vez en mis sueños, te he sentido en mi interior, en mi cama y en cada rincón de mi cuerpo. Necesito saber que la vida al otro lado de la realidad aún se encuentra viva, que las cálidas manos que me invadían tienen la misma pureza que soñé, la misma lujuria y la misma calma.

Hoy como muchos días he vuelto a llorar, y dicen por ahí que las lágrimas son sanas, pero las lágrimas de sangre y de sueños truncados, de vidas cortadas y personas perdidas, no lo son. Solamente se puede afirmar a veces que somos unos inútiles por no luchar por un sueño, aunque nunca es tarde y mi bandera siempre estará en pie de guerra: No vengas un día, cuando pasen los años, a contarme que quieres quedarte, que tomas de nuevo mi mano... porque entonces será tarde. Hazlo ya y con fuerza, con ganas de poner un pie tras otro para hacer el camino. Hazlo con la ilusión de un niño cuando por casualidad le toca la bolsa más grande de golosinas en una fiesta de cumpleaños. Hazlo. Dice ella, que también se enamora todos los días.

Pero yo prefiero los viernes para escuchar cierta música y beber cierto café y pronunciar ciertas palabras para que la amargura de los demás no se sume a la que ya traigo de antiguo. Para mí no es sano perderse en los laberintos de la política barata los viernes. Nada de eso. Para eso están los martes, que es el día dedicado al dios de la guerra y de la agricultura. Pero los viernes son la antesala de la magia y la maravilla. Del amor también, aunque se escuche cursi y simplón. Pero entre el clavel y la rosa, su majestad escoja. A ver…

El viernes es un día para decir así, como si estuviera lloviznando lentamente y el invierno se estuviera despidiendo con un olor a azares:

Este viernes no quise asirme a tus algas verdosas que alimentan mis deseos abisales, no quise hendir tu mirada y embriagarme de los mariscos tiernos que atesoras para mis labios resecos de soledad, no quise hundir mis veleros fantasmas en la gruta más profunda del oceano que toma tu volumen: quise dejarte pasar por cada instante de la oscuridad y verte flotar a la deriva en mis sueños amarillos, al pairo junto a mi muelle erecto que enarbola el paño grisáceo de los náufragos condenados al olvido cada noche de febrero...

Este viernes no quise izar los jirones de esperanza que se asolean junto a mis vestidos raídos por el sol inclemente de este invierno que se va, no quise arañar tu piel y hurgar tus oquedades con esta lengua salada y partida y azotada por la brisa marina de la tristeza, no quise echarme al agua de tus muslos blanquecinos, al parduzco lumen de tus senos rocosos por la ausencia: quise, sí, dejarte ir hacia el túnel de los sueños para guardarte en la concha de la ostra de mi alma y volverte perla, nácar polvoso que alimenta mis manos y mis espasmos en el silencio horadado por la ternura magnífica de la bestia de mis entrañas...

Este viernes no quise nadar a tu alrededor como merlín mágico, no quise juguetear con tus palabras amarillas como delfín en horfandad, como unicornio astado y salitroso: quise arrojarme a la peña oscura de la nostalgia para ver flotar tu cuerpo limpio y cadencioso en las aguas de la floración de los deseos, y oler la fragancia de tu sombra secreta que humedece de cuando en cuando estos labios agrietados por la espuma salada de la desesperanza, por la dolorosa llaga de la soledad que se llena de podredumbre justo debajo de la piedra maloliente que tengo por corazón...

Este viernes no quise tomarte en la arena suave de la melancolía, no quise salir de este oceano que resblancede mis órganos secretos como frutos caídos del árbol de la más furibunda pasión, no quise despojarme de las vendas de nostalgia que momifican mi cuerpo amoratado por las horas más largas de la oscuridad: quise simplemente asirme de las salientes de la vida y brotar como engendro primicio de la especie, de la cavidad uterina de la ternura, ser expulsado a la amargura y berrear el chillido agónico de la desesperanza...

Este viernes no quise ser en ti un náufrago salvado del olvido: este viernes simplemente quise irme boca abajo a los profundo del mediodía con los ojos cerrados, porque siempre que cierro los ojos pienso en ti: te veo en el fondo oscuro de la agonía solitaria recortando los bordes amarillos de la angustia con tu sonrisa cansada, con tus labios enrojecidos por la fatiga de ser mujer, por el transcurrir por las calles indefensa, temerosa, oteando cada rincón como gacela asustada junto a la desesperanza...

Y es que siempre que cierro los ojos brotas de la oscuridad como agua blanquecina, lechosa, refulgente entre los párpados de un viernes cualquiera, y te instalas lentamente en el centro del silencio, y una a una deshojas tus prendas que caen a la nada como cáscaras suaves de cebolla blanca: te miro ir venir por la nostalgia, recoger los restos de mi rostro entre tus manos suaves; te observo desde el otro lado de la soledad, en este cuerpo animal y absurdo que porto, que siempre he soportado, y me duele que estés ahí, justo en la otra orilla del recuerdo, en las horas de un viernes lento en el que te pienso bajo la lluvia celeste del universo, bajo todas las estrellas sin nombre que le dan forma a tu silueta luminosa que brota de entre millones de estrellas…

¡Dios!: si supieras cuánto y cómo pienso en ti, vivirías horrorizada por la felicidad en cualquier rincón del viernes.

Hoy es viernes, un viernes eterno. Un viernes para el amor, para decir que siempre que cierro los ojos pienso en ti, quienquiera que seas: tú, la que llegas del otro lado de la ausencia y te paras en el centro de este pecho que no alcanza a respirar porque todo lo llenas, lo oxigenas con tu simple estar ahí, mirando con curiosidad las vísceras oscuras que palpitan en las entrañas corroídas por la amargura, órganos inverosímiles que segregan fluidos y ácidos pépticos que destrozan con su lengua amarilla la poca paz del sólo estar…

Este viernes te observo en silencio, lejos de toda esa basuridad, con mis antiguos dolores grises mientras te instalas en un en la mitad del día, porque apenas así, en viernes como hoy, la vida adquiere sentido...

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jueves, 25 de febrero de 2010

Me encanta Fox…

Jaime Sabines lo dijo a su manera, y sobre esa manera de decirlo, un montón de vaquetones —que no vaquerones— decimos —ya que estamos en los decires— casi lo mismo, pero diferente, como si fuéramos medicamentos del Dr. Simmy: Me encanta Fox.

Es un viejo magnifico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega. Y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna y nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos. Y deslenguado, claro está. Muy deslenguado, por cierto.

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo o Mahoma, o mi tía Chofi, o a Felipe Calderón para que nos digan que nos portemos bien porque si no, nos va a llevar el diablo. Pero eso a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, el hombre se traga al hombre, y que narco grande le gana a ejército chico. Y por eso inventó la muerte: para que la vida —no tú ni yo— la vida sea para siempre.

Ahora los científicos, los diputados, los gobernadores y los partidos salen con su teoría del Big Bang, que vendría a ser algo así como las alianzas antinatura que hoy por hoy se cocinan a lo largo y ancho del territorio nacional... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae, o si los partidos se unen en un amasiato propio de reclusos y/o de inquilinos de conventos, seminarios o cuarteles militares —lo que ocurra primero? Esto es asunto sólo para agencias de viajes, para programas tipo ventaneando y para noticiarios simplones que confunden las lechugas y los tomates con los comentarios de nota roja.

A mí me encanta Fox. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho —frente al ataque de los antibióticos— ¡bacterias y funcionarios mutantes que lo mismo son secretarios de Estado que candidatos a cualquier gubernatura o embajadores en tierras lejanas mientras pasa la tormenta de la elección del 2006!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. O construye una mega biblioteca tan inútil como pretenciosa, o utiliza jeeps rojos producto del tráfico de influencias en su extenso rancho guanajuatense como si fuera el cielo mismo de los chiquillos y chiquillas.

Mueve una mano y hace el mar, mueve otra y hace el bosque. Mueve la boca y se nos viene un tsunami de declaraciones fabulosas que llenan páginas y páginas de diarios y diarios para el disfrute y rebane de la raza apolítica, gentil y parroquiana de las cantinas de la cotidianidad, y para el coraje y pérdida de medio hígado de los políticos que se creen los reyezuelos de la nación con sus poses de diva y sus palabras rescatadas de los festejos de un bicentenario más falso que un billete de 47.50 pesos. Y cuando Fox pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento y primeras planas de los periódicos volando por el cielo azul de una patria que todavía aguanta un piano y un flautín.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia —y se agita y crece— cuando Fox se aleja del brazo de su señora Marta del alma, su lavadora de dos patas privada, su güerita que nunca de los nuncas se va a ir al otro lado a hacer trabajos que ni los negros quieren hacer. ¡No, señor!

Fox siempre está de buen humor. Y si no lo está, lo despista muy bien con un puño de pastillas. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. Y también la víbora prieta, la alimaña ponzoñosa, la tepocata tierna de las arengas contra 70 años de mal gobierno y las marranadas del IFE y sus seguidores fantasiosos tipo Hildebrando…

A mí me gusta, a mí me encanta Fox. El de la vértebra L-4, el que le besó el anillo al Papa (sin que esto necesariamente hubiera sido una leperada), el que le pidió a El Vaticano la merced para volverse a casar con chones blancos y por la iglesia, el que al referirse a los esquemas para financiar obra pública, descartó que en Sonora pudiera optarse por el crédito pues —dijo refiriéndose claramente a Eduardo Bours— “ya nos endeudó este buey”, en clara alusión al gobernador Eduardo Bours). El que, según el ex gobernador sonorense —en una tímida defensa contra el bueyismo— fue un extraordinario candidato, un pésimo presidente y un patético ex presidente. El Fox Fox, pues…

Y como concluye el poema de Sabines: Que Fox bendiga a Fox. Y de paso, que bendiga a Calderón, a la Tota Gómez Mont y a todo el mundillo político que nos ahogan con sus hilos estratégicos buscando a como dé lugar al menos seguir en las mismas en el 2012. Que Fox bendiga a Dios, y que Dios nos bendiga a todos, a nosotros, a los que como los amorosos nos vamos llorando, llorando la hermosa vida.

Y ya que estamos con Fox, veo en la prensa estas dos joyas de la literatura periodística reciente.

En una, Vicente Fox acusó a los todos gobernadores de “echarle mucho la hueva” al combate al narcotráfico, al referir la intervención del Ejército en las entidades para atacar a la delincuencia organizada.

Señaló que la lucha contra los criminales debe librarse con las fuerzas de seguridad de cada entidad federativa y reservar la milicia para las tareas superiores de seguridad de la nación.

“Creo que le han echado mucha hueva los gobernadores, todos” en el tema de seguridad, dijo el Chente

Destacó que el problema de la delincuencia lo deben enfrentar los gobernadores y los alcaldes en el nivel local: “Ellos tienen cuerpos policiacos”.

El alcalde tiene fuerza policial y la responsabilidad en los municipios “y si se dice que hay corrupción ahí, pues que la arregle, que no deje que prosiga”.

“Yo he expresado mi opinión, es muy clara, yo creo que el Ejército se debe reservar para las grandes tareas del país, el defensor de los mexicanos”. ¡Palo, Calderón!

Y en otra nota, descalificó las alianzas entre partidos políticos cuando se hacen “sencillamente por darle en la madre al otro”, dijo. Eso dijo a la salida de la presentación del libro de Jorge Castañeda y Rubén Aguilar. Fox declaró que sí se tienen que acordar alianzas, siempre y cuando beneficien a la democracia y sirvan para catapultar a un ciudadano a un puesto político.

“Las alianzas deben de tener un sentido democrático deben surgir en casos especiales como algo que puede funcionar sobre todo, he dicho, en la alternativa cuando un ciudadano está listo para servir a su comunidad, quiere ocupar una posición política, él por ahora tiene que buscar a los partidos políticos para que lo apoyen, ahí me parece muy natural y muy sólida la configuración de una alianza”

El ex mandatario declaró también que es momento de retirar el ejército de las calles del país por cuestiones de seguridad y derechos fundamentales, además aclaró el significado de la palabra “hueva” que utilizó hace unos días. “En materia de crimen, de violencia es urgente que se retire al Ejército de esta batalla, de esta guerra, porque los costos se van incrementando porque se van haciendo más frecuentes las violaciones a los derechos humanos (…) por lo tanto hay que reconstruir la situación, empezando por asumir responsabilidades en el nivel municipal y estatal (…) entonces es muy claro mi comentario todo lo de la palabra “hueva” quiere decir eso y mucho más.

Y pues que hueva entonces entenderle a Fox. Por eso que Fox bendiga a Fox.
Y que Fox bendiga Dios, y que Dios nos bendiga a todos, y que nos cojan confesados —o sin confesar, noliace, dicen que dijo la Cecy y después le echó otro trago a la cahuama...
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