Trova y algo más...

martes, 6 de diciembre de 2011

Proles semos y en el camino andamos...

Como no soy jarrito de Tlaquepaque ni profesional del resentimiento social, acepto las disculpas de la hija de Peña Nieto, quien, en colusión con su novio, vía Twitter se refirió de manera despectiva a los críticos de su padre llamándolos “pendejos” y “vulgar prole”. Además, no me considero propiamente dicho parte del proletariado sin cabeza, sino más bien participante de lo que viene siendo el ejército laboral de reserva.

Pobre criatura, con el linchamiento colectivo de que fue víctima su padre por confundir la literatura con el amanecer agropecuario, era lógico que reaccionara así; de la misma manera en que era predecible que, en su afán por hacer escarnio de la Peña ajena, Ernesto Cordero saliera con su batea de babas al equivocarse también en un tema literario. Y lo mejor es que explicara el dislate alegando que era muy temprano. O sea.

Es interesante que lo que no logró el caso Paulette ni los 6 mil pesos mensuales —es decir, poner a parir chayotes a quienes los enarbolaron— lo estén logrando los libros. Algo de suyo inofensivo, poco reconocido, prácticamente en olvido, de pronto se convierta en kriptonita para los ídolos de barro de la política nacional.

Desde ahora ha quedado claro que si se quiere hacer tambalear a un político, no hay que sacarle sus trapitos al sol ni cuestionarle sobre lo que ha robado ni lo que ha traficado en materia de influencias; basta con hacerle tres preguntas literarias del tipo “Cómo se llaman los 16 aurelianos”, “De qué color es Moby Dick, la ballena blanca” o “En El Principito quién dice aquello de ‘Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos’” y comenzarán a desmoronarse.

Ahora mismo imagino a un altísimo porcentaje de la zoología nada fantástica de la real politik mexicana, tomando clases al vapor de literatura portátil.

Hoy, el aspirante invicto que se vanagloriaba de su triunfo inatacable, es visto en toda su frágil dimensión por su falta de empaque cultura y nula capacidad de respuesta. En su lugar, Moreira se la hubiera sacado poniéndose a bailar el chúntaro style. Imaginemos al Dorian Gel en una encrucijada perrona, experimentando uno más de sus clásicos lapsus foxianos. Está el asunto tan chafa, que extrañamos a Jolopo que al menos se asomaba al espejo de Tezcatlipoca.

Como quiera que sea, ¿por qué jode tanto que una quinceañera, que ha vivido en un mundo de caramelo, nos vea con asquito por ser de la prole? Más miedo da que a Jelipillo le dio por ser poeta en la narcoguerra: “Hemos tenido que luchar contra las pesadas piedra de la duda”.

Me alegra que los libros vuelvan a ser peligrosos para el sistema.

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Jairo Calixto Albarrán. www.twitter.com/jairocalixto

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Y todo por un pinchi saludo...

“Un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y sólo critican a quien envidian!”, microescribió en Twitter José Luis Torre (@JojoTorre), novio de Paulina Peña Pretelini (@Pau_95Pena), hija de Enrique Peña Nieto.

En su miope y torpe visión de yerno, Torre trató de ponerle un alto a los detractores del precandidato del PRI a la presidencia de la república, quien se puso de copete y de pechito en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara al no saber responder a la pregunta: “¿Cuáles son los tres libros que han marcado su vida?” y en medio de un chapaleo indigno se hundió en su propia estupidez, pues no atinó a dar los títulos de libros y confundió nombres de autores.

Paulina, quien recientemente cumplió 16 años, retuiteó ayer lunes la publicación de su novio, y desató una tormenta de críticas y expresiones de descontento, lo que obligó a que las cuentas de los brillantes y selectos novios fueran canceladas.

Y todo por un pinchi saludo.

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Al respecto, un lector de Milenio, que se identificó sólo como Alfonso, escribió:

La neta es que, ustedes, los juniors de cualquier figura política siempre han sido el dolor de muelas instantáneo; y que la solución es esperar que una cortina de humo se lleve el malestar de los medios. ¿Acaso no fue molesto a Gustavo Díaz Ordaz ver que su hijo Alfredo organizara el concierto de Avándaro en 1971? ¿O de Avecita López Mateos cuando organizo en 1962 una tardeada en su casa de Tlalpan y fue a cantar Enrique Guzmán? ¿O que Margarita Romano subiera el piano siete pisos cuando fue a Paris, o cuando mandó quemar la Cineteca en Churubusco?

Es la prole, señorita Paulina Peña Pretelini, la que tiene la costumbre de ser una piedra de molino que debe cargar el político balconeado, ese prócer (wikipoedia it, missie) quien ha de tragar gordos para explicar las violaciones a los códigos urbanos ya tarde despues del suceso aciago, y cuál Sísifo, volver a cargar la piedra montaña arriba para volver a verle rodar cuesta abajo.

En México, nos decimos ser laicos pero le rezamos a la morena de la Villa, al niño de Atocha, al Juan Malverde sinaloense y hasta el legionario de Cristo.

Nos decimos chivas pero vemos como se cae el América con un doble emoción, de alegría y de pena ajena (escribí, srita. Peña, pena sin eñe ¿OK? ¿Sa va?).

Las clases nos dividen, los jodidos contra los peladitos (consulte a su Octavio Paz para explicar este doble parto), los nacos contra los juniors, los milusos como Genaro García Luna contra los dobles y triples doctorados que tiene Alejandro Poiré, los vochos contra los Lamborghinis, los mariguanos contra los metaanfetamínicos, los espurios contra los legítimos.

Que una persona no quiera, no pueda o de plano no guste de la lectura de libros "cultos" debiese ser un derecho constitucional como lo es hoy el derecho a calumniar e insultar usando feisbú o tuit'er.

El problema es que los que más tienen, son omisos de la mayoría, del 99 por ciento, de la ciudadanía quienes somos jodidos por ganar algo menos de seis mil pesos mensuales, no diarios.

Que tú nos insultes al criticar a tu papá, es echar sal a la herida, la forma de los ricachones de afrentar aún más a los hambrientos.

Nada parece evitar que tu pá, desde su carterota que le construyeron los Moreiras endeudadores, los fideles, los Marín, los Mouriño campechanos, los Gordillos charros de los maistros mapaches, de los niños verdes corruptos, et al; nos llegue a gobernar desde los Pinos y desde las cámaras de Televisa y los mayores poderes fácticos.

Pero los políticos, como tu padre, quienes nos gobiernan desde el PRI desde 1929 que lo fundó Plutarco Elías Calles, 82 años de abuso, saqueo, impunidad y olvido, nos han hecho el hazmerreír de todo el mundo, que han cargado a cada mexicano con una deuda de once mil dólares desde el momento de nacer, que equiparan al mexicano con un migrante violador de leyes civiles, etc.

Tú, princesa del sistema y futura cara en revistas sociales, gozarás de los improperios y saqueos de tu padre.

Pero el resto de los mexicanos, 110 millones te odian en tu soberbia, en tu ignominiosa ignorancia, en tu absurda insolencia, en tu desfachatez insultante, en tu riqueza inexplicable derivada del sueldo de tu padre como gobernador del estado más importante.

Con el lujo, viene lo insulso; y a ti te toca cargar con el oro y la mierda.

Goza tu posición social derivada de varios crímenes; pero no ignores de dónde vienes.

Doble quimera te pregunta: ¿quién eres?

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Quod lectura non dat, mercadotecnia non praestat...

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lunes, 5 de diciembre de 2011

Alguien recuérdeme quién es el autor…

En la Feria Internacional del Libro, Enrique Peña Nieto fue interrogado sobre los tres libros que han marcado su vida personal y política, dijo que éstos han sido la Biblia y La silla del águila, de Krauze, obra escrita en realidad por Carlos Fuentes, además de textos de Jeffrey Hatcher, dramaturgo estadunidense.

“He leído varios. Desde novelas. En lo particular, difícilmente me acuerdo del título de los libros. La Biblia es uno, en algún momento de mi vida. Algunos pasajes bíblicos. No me leí toda, pero sí algunas partes. Sin duda en una etapa de mi vida fue importante, sobre todo en la adolescencia.

La silla del águila, de (Enrique) Krauze. Luego otro libro de él, que quiero recordar el nombre, sobre caudillos. No recuerdo el título exacto. Estamos hablando de la descripción que hace de México y cómo transitamos del México de los caudillos al institucional. Creo que además, eh, con gran sustento histórico. Fue un libro que me gustó.”

Las risas comenzaron a escucharse y Peña Nieto intentó reponer la figura: “Leí incluso el otro, la antítesis de ese libro, las mentiras sobre… era… quisiera recordar el título del libro. Era de Krauze, La silla del águila. Aquí hay unos que leen más. Tú debes acordarte más cuál es. Hay uno que después salió, que eran las mentiras sobre este libro”.

“¿Pinocho?”, dijo una reportera en voz alta, lo que de plano hizo que Peña Nieto se pusiera colorado. En primera fila, su esposa, Angélica Rivera, sufría más que su pareja. Volteaba de un lado al otro. Al fondo, otro diputado federal, Arturo Zamora Jiménez, se movía muy serio. Al lado del ex gobernador mexiquense, Padilla López soportaba estoicamente.

“Hay otra novela que me gustó mucho, que tiene que ver con temas del poder. Es una novela sobre la hija pródiga, de Jeffrey Archer. Son tres libros que en aquel entonces, Caín y Abel, La hija pródiga. Este... ¿cómo se llamaba el otro? Era una trilogía. Realmente no podría señalar un libro que haya marcado mi vocación. Sin duda lo que tiene que ver con la novela política, la histórica, es de mi agrado”, continuó.

En un intento final, concluyó el tema: “Uno que estoy leyendo es una buena novela sobre la inoportuna muerte del presidente, que no he terminado de leer, pero... sí se llama así, ¿no? La inoportuna muerte del presidente, ¿no? Sí, sí, cómo no, ahí lo traigo. Alguien recuérdeme quién es el autor, porque debiera señalarlo. ¿Cómo? ¿Tomás? ¿Tomasini? Sí, (Alfredo Acle) Tomasini. Este… pues es más o menos. Digo, la verdad es que cuando leo me pasa que luego no registro del todo el título, nada más te metes a la lectura, pero más o menos da la idea de algunos libros que he leído.”

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Y Cordero no se queda atrás…

Al criticar el error que Enrique Peña Nieto tuvo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el aspirante a la candidatura del PAN a la Presidencia, Ernesto Cordero, también se equivocó y confundió el nombre de la escritora colombiana Laura Restrepo, a quien bautizó como “Isabel”.

Entrevistado por Sergio Sarmiento en Radio Red, Cordero habló de sus tres libros favoritos, de los que aseguró, le han dejado “una marca”.

“Es difícil saber, yo creo que yo, absolutamente todo lo que leo deja, consciente o inconscientemente, una marca. Te diría cuáles son los que más me gustan. Me gusta ‘La rebelión en la granja’, de (George) Orwell”.

“Me gusta, ‘La isla de la pasión’, de Isabel Restrepo, me gusta bastante. ‘Alicia en el país de las maravillas’, de Lewis Carroll”, afirmó.

Cordero fue cuestionado por Sarmiento: “¿De Isabel Restrepo?”

A lo que el aspirante presidencial respondió “Sí, ‘La isla de la pasión’”.

“Sí, bueno, no la conozco, de hecho”, dijo Sarmiento.

“Es una gran historia, échale un ojito muy rapidito”, recomendó Cordero.

La entrevista siguió, pero al cabo de un tiempo, Sarmiento volvió a interrumpir: “quizás la autora, ¿no será Laura Restrepo la autora de ‘Delirio’?, sí”.

“Sí, es Laura Restrepo”, afirmó Cordero para continuar hablando de la selección del candidato del PAN a la Presidencia.

Más tarde, en conferencia para presentar la cifra de firmas de apoyo de militantes panistas, Ernesto Cordero se volvió a referir al tema de los errores en los nombres de escritores, de los dijo “hay de resbalones a resbalones”.

"El confundir a Laura Restrepo con Isabel... pues igual y me agarraron muy temprano y me apena mucho", se disculpó Cordero.

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O sea que, como dijera aquella vez Renato Leduc: “Yo soy un genio de un día para otro, el mismo día soy muy pendejo…” pero entre Leduc y estos dos imbéciles hay una enorme distancia…

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