Trova y algo más...

domingo, 30 de septiembre de 2012

Décimo segundo rector: Marco Antonio Valencia Arvizu...


Observador y analítico, de temperamento ecuánime y tranquilo, siempre preocupado por  aprender no sólo lo que tiene que ver con su profesión sino con otras disciplinas que han llamado su interés desde que era niño, Marco Antonio Valencia es un hombre optimista y satisfecho con su vida. Algunos de los valores y actitudes que pondera son la perseverancia, la vocación de servicio y la búsqueda de la verdad. Para él, el conocimiento y la educación les otorgan más valor a las personas que sus posesiones y riquezas.
La familia de su padre, Feliciano Valencia Nogales, estuvo asentada en Arizpe al menos desde principios del siglo XIX. La de su madre, María Olga Arvizu Leyva, proviene  también de las regiones de Arizpe y Soyopa, pero se asentó a finales de 1915 en Cananea, en donde la pareja se conoció alrededor de 1946. Varios años antes, en 1941, Feliciano había cambiado su residencia a esa ciudad para trabajar en la Agencia Fiscal del Estado, de donde se jubilaría después de prestar sus servicios en esa dependencia por más de cincuenta años. La pareja contrajo matrimonio y el primero de noviembre de 1947 nació su primer hijo, Marco Antonio, al que le siguieron Norma Lilia y Luis Feliciano.
Su infancia transcurrió en una población que vivía alrededor del trabajo minero y se regía por los horarios de la mina. Uno de sus primeros recuerdos de cuando era niño es el silbato que anunciaba alguna hora de entrada o salida de los trabajadores. En Cananea el béisbol era muy popular y practicado en todos los niveles. Uno de los grandes peloteros sonorenses, Aurelio Rodríguez, fue su compañero en la primaria y la secundaria.
De pequeño más bien era tímido y un tanto introvertido. Prefería más estar solo que con muchas personas, lo que le daba la oportunidad de observar, reflexionar e irse formando criterios sobre lo que lo rodeaba. Era un niño interesado en aprender y en hacer bien las cosas. También era muy cuidadoso con su apariencia y en particular con su ropa: cuando jugaba no le gustaba poner las rodillas sobre la tierra y mucho menos arrastrarse porque no le gustaba que sus pantalones se rompieran, ni andar sucio. "No es que vistiese muy elegante, pero me gustaba andar presentable", recuerda. En la adolescencia su carácter no cambió demasiado. Por ser serio, pensativo y poco comunicativo, la gente solía calcularle mayor edad que la que en realidad tenía. En la medida en que fue creciendo, conociendo más a fondo las cosas y las relaciones humanas, y tomando mayor dominio de su propia vida, fue dejando poco a poco atrás esa timidez, la cual, sin embargo, no significó nunca un impedimento para avanzar en sus propósitos y relacionarse con la gente.
Las matemáticas le gustaron desde la escuela primaria. No entendía por qué sus maestros lo frenaban cuando se salía un poco de la rigidez en la solución de ciertos problemas. Ilustra esta situación con una anécdota: Cuando estaba en tercer año les enseñaron a sacar el área de un icosaedro, un cuerpo de veinte caras, cada una de las cuales tiene la forma de un triángulo equilátero. El procedimiento para obtener el resultado que la maestra les enseñó consistía en obtener primero el área de una cara y luego multiplicarla por veinte. Pero él no le veía razón a dividir entre dos el resultado de multiplicar la base por la altura para después multiplicarlo por veinte, cuando se podía hacer de una manera más simplificada y rápida: multiplicar la base por la altura y agregarle un cero, lo que daría la misma cifra. Él solía reparar en ese tipo de detalles, demostrando que no se conformaba con las fórmulas. En la secundaria notaba que a la mayoría de sus compañeros se le dificultaban mucho las matemáticas, pero sentía que cuando él les explicaba ellos entendían. Con esos antecedentes le nació la idea de estudiar una carrera en la que se utilizaran ampliamente las matemáticas, así como la inquietud de enseñar esa materia.
Después de concluir sus estudios de primaria y secundaria y visualizar que sería más provechoso para él cursar la preparatoria en la Universidad de Sonora, ya que ahí se contemplaba con mayor énfasis el área que a él le interesaba (en Cananea había una preparatoria federal por cooperación), decidió mudarse a la capital del estado, en 1963.
Su primer hogar en Hermosillo fue la Casa del Estudiante Cananense, en donde permaneció dos años. Posteriormente vivió en casas de asistencia. El cambio de forma de vida fue muy drástico, ya que como miembro de una familia pequeña no estaba acostumbrado a convivir y compartir la vida cotidiana con mucha gente, y en la casa de estudiantes vivían alrededor de cincuenta. Otra de las circunstancias a las que tuvo que adaptarse fue el difícil verano de Hermosillo, que en nada se parecía al de Cananea.
Cuando estaba en la preparatoria se empezó a inclinar por la Ingeniería Química, una carrera nueva en la Universidad, en la que se requerían bastantes matemáticas, pero faltando unos cuantos meses para concluir sus estudios se enteró de que existía una escuela recién fundada y todavía poco conocida en la Universidad, la de Altos Estudios. A ella estaban adscritas las carreras de Física y Matemáticas. Decidió inscribirse en esta última. Era el año de 1965.
En diciembre de ese año su dedicación al estudio y su vocación y amor por las matemáticas se vieron recompensados con una distinción a nivel nacional, ya que obtuvo el primer lugar en el Segundo Concurso Nacional de Física y Matemáticas, organizado por la Escuela Superior de Física y Matemáticas del Instituto Politécnico Nacional, la Sociedad Matemática Mexicana y la Sociedad Mexicana de Física. El concurso estaba dirigido a estudiantes que ese año hubieran cursado el último año de vocacional, preparatoria o estudios equivalentes. En él participaron alumnos destacados de instituciones educativas de todo el país, como el Instituto Politécnico Nacional, el Liceo Franco-Mexicano, el Colegio Alemán Alexander Van Humboldt y el Instituto Tecnológico de Ciudad Madero, entre otras. En la ceremonia de entrega de premios, realizada en el IPN el 7 de marzo de 1966, el joven ganador escuchó las palabras de reconocimiento y estímulo del director de la institución, Dr. Guillermo Massieu, un diploma y un cheque por la cantidad de tres mil pesos.
Esa satisfactoria experiencia fue también una motivación para que ese mismo año él, junto con otros compañeros y maestros, comenzara a promover la realización de un concurso regional de física y matemáticas. A fines de 1968 le planteó al recién nombrado director de la Escuela de Altos Estudios, Ricardo Valenzuela Galindo, su propósito de organizar la primera emisión de ese concurso, y la propuesta fue aceptada. La convocatoria se publicó en enero de 1969 y el concurso tuvo muy buena aceptación. Para promoverlo visitó personalmente diez de las once escuelas preparatorias que había entonces en Sonora. Desde entonces el concurso se ha realizado ininterrumpidamente y se ha ido enriqueciendo con otras actividades paralelas como conferencias, exposiciones y exhibición de películas. Al cumplirse el aniversario número 30 del concurso, recibió un reconocimiento de parte de los departamentos de Física y de Matemáticas de la Universidad de Sonora.
Durante su etapa de estudiante universitario tuvo su primer trabajo formal: en enero de 1969 comenzó a dar clases en la preparatoria de la Universidad de Sonora. Desde entonces no ha dejado de trabajar en la institución, y no piensa dejar de hacerlo mientras tenga salud y energía. Además, tiene el gran ejemplo de su padre que tuvo una vida laboral de más de cincuenta años.
Durante sus estudios conoció a la que sería su esposa, Martha Ivonne Sánchez Cabanillas, originaria de Ciudad Obregón. Ella estudiaba la carrera de Literaturas Hispánicas, que también estaba ubicada en la Escuela de Altos Estudios. Se casaron en 1972 y tuvieron tres hijos: Marco Antonio, Lilia Yvette y Daniel Jesús.
Marco Antonio Valencia es un hombre que desde chico ha desarrollado valiosos pasatiempos. En la secundaria inició una colección de estampillas que todavía conserva. Los timbres le gustaron por su belleza y porque a través de ellos aprendía historia y geografía, materias que siempre le han interesado. En esa misma época inició una colección de monedas antiguas, la cual también conserva. Como parte de su avidez de conocimiento, desde adolescente se interesó por los idiomas. En la secundaria comenzó con los cursos de inglés que le daban en la escuela y, una vez establecido en Hermosillo, ingresó a la Alianza FrancoMexicana a estudiar francés (1967-1970), el cual perfeccionó durante una estancia que hizo en París en 1970. Ese mismo año, ya de regreso en Hermosillo, decidió continuar con el aprendizaje del inglés ya que anteriormente había ingresado al Instituto México Americano de Relaciones Culturales (IMARC), lo cual le fue muy provechoso ya que la mayor parle de la literatura de su disciplina está en inglés. Después de que terminó su período como rector se inscribió y concluyó todos los niveles de los cursos de inglés, ruso e italiano que se imparten en la Universidad de Sonora.
Desde que era adolescente le ha apasionado la música. En Cananea aprendió a tocar la guitarra de manera lírica.
En la actualidad sigue disfrutando mucho de la música. Le gusta escuchar piezas de guitarra popular y clásica, música clásica en general y Bel Canto. El jazz y otro tipo de música no le atraen mucho ya que prefiere las obras bien estructuradas, que permitan que el receptor pueda tener una visión estética de conjunto. Ese criterio lo aplica a otras disciplinas como la poesía, género que no sólo le gusta leer sino escribir ocasionalmente.
Entre las disciplinas sobre las que más le gusta leer destaca la historia. El libro más reciente que ha leído es Las Claves de Egipto, de Lesley y Roy Adkins, que narra la ardua carrera que se vivió en Europa para descifrar los jeroglíficos egipcios, y en particular las aportaciones de Champollion. Combina este tipo de lecturas con temas de historia regional. Le gusta el cine pero como esparcimiento no como objeto de análisis.


Desde que estaba en la carrera le interesó la posibilidad de llegar algún día a ser rector, como la máxima distinción y oportunidad de servir a su Alma Mater. Su personalidad motivó que más de una persona, maestros o compañeros, le expresaran su deseo de verlo al frente de la rectoría. Su actitud al respecto fue que se prepararía para llegar a tener ese cargo, pero no lo buscaría, de tal manera que si eso no llegaba a ocurrir no significara para él una frustración. "Yo tengo la filosofía de que no hay que forzar las cosas, todo se da a su tiempo si tiene que ocurrir. Hay que estar preparado para las oportunidades y tomarlas cuando se dan, pero no tratar de forzar la situación si no están dadas todas las condiciones", expresa. En 1982 por primera vez vio cercana esa posibilidad. Para entonces ya había sido consejero universitario alumno, consejero universitario profesor, secretario académico de la Escuela de Altos Estudios, coordinador de la Maestría en Matemática Educativa, y pronto agregaría la jefatura del Departamento de Matemáticas y la asesoría académica de Rectoría. Era una época muy difícil para la Universidad, el Consejo Universitario estaba muy polarizado, había tres grupos buscando definir el rumbo de la institución; dos de ellos fueron a hablar con él y le propusieron que participara como candidato a la rectoría. Se iniciaron pláticas con el tercer grupo pero por el hecho de que éste no había participado de origen en ese propósito, no dio su apoyo y él decidió no contender, retirándose para propiciar un acuerdo sobre otra persona.
La segunda ocasión, en 1989, varios grupos fueron a proponerle que fuera candidato y, sopesando tanto la cantidad de personas como la seriedad y prestigio académico de todas ellas, decidió aceptar esa gran responsabilidad. "Yo estaba preparado para afrontar el reto: desde el punto de vista emocional tenía la madurez suficiente; por el lado del conocimiento de la Universidad tenía muchos años formando parte activa de ella, y desde la perspectiva del conocimiento de otras instituciones conocía la UNAM y el Politécnico Nacional. Todo ello me daba herramientas para distinguir cuáles eran los problemas de fondo de la institución, lo mismo que ideas sobre cómo ir resolviendo esos problemas. Sabía que muchos académicos las compartían y estaban dispuestos a trabajar por ellas. Las relaciones intrauniversitarias formaban una especie de hilo que se había ido entramando y anudando por todos lados. Era necesario desenredar esa maraña y romper con muchos criterios que habían estado funcionando mecánicamente hasta entonces para centrarse en el único válido, que era el académico. En ese proceso no se le podía dar gusto a todos ni satisfacer todas las posiciones que había en la Universidad, pero si lográbamos cambiar las cosas respetando la tarea social que teníamos que cumplir como institución y nuestro trabajo como académicos, podríamos salir adelante aunque hubiera gente inconforme".
Cuando asumió la rectoría la ley que regía la institución databa de 1973 y ya estaba muy rebasada, no se podía aplicar como estaba ya que no contemplaba la investigación, dejando al margen de las decisiones al personal más preparado, y tampoco consideraba a las unidades foráneas: "Era una verdadera camisa de fuerza para la institución. No había un Estatuto o Reglamento General, pues sólo existía una parte inconclusa de éste, que había sido elaborada para la Ley Orgánica de 1953 y se aplicaba 'en lo que no se opusiera' a la Ley Orgánica de 1973. Cuando no hay una normatividad adecuada se generan conflictos que distraen a los profesores y estudiantes de lo que debe ser su objetivo fundamental: lo académico; y al contrario, cuando hay una normatividad clara y adecuada las cosas fluyen y el trabajo rinde. Actualmente la institución cuenta con una Ley Orgánica que tiene más de diez años operando y puede funcionar muchos años más; tiene un Estatuto General y cuenta con otros reglamentos. Pero hay algunos que todavía hacen falta, como por ejemplo una actualización del Estatuto del Personal Académico para ponerlo en concordancia con la Ley Orgánica y el Estatuto General".
El ser una persona tranquila, que le gusta escuchar y que acostumbra reflexionar ampliamente antes de tomar cualquier decisión, son elementos que lo ayudaron a afrontar las problemáticas generadas por los cambios que durante su cargo se vivieron en la institución. Además, para mantener la serenidad y la objetividad, tomó la determinación de "separar" a la persona de nombre Marco Antonio Valencia Arvizu, de la figura del rector. "Marco Antonio Valencia Arvizu, la persona, sería solamente un observador marginal que buscaría analizar las situaciones y apoyar a Marco Antonio Valencia Arvizu, el rector; intencionalmente me propuse hacer una especie de desdoblamiento. Yo creo que eso me ayudó a mantener la serenidad y la objetividad".
Sobre la situación actual de la Universidad de Sonora, considera que si la comparamos con el resto de las universidades estatales está en una posición ventajosa por su estabilidad, por su estructura, por su dinámica en la formación de sus propios recursos humanos, por sus programas de reconocimiento al mérito académico y por ser líder en algunas áreas del conocimiento. En el futuro la Universidad debe fortalecer los posgrados y sus programas de formación de recursos humanos, para sostenerse como la institución señera de la educación superior en Sonora.
Para Marco Antonio Valencia Arvizu el optimismo es una de las principales actitudes que debe tener un ser humano para alcanzar sus metas: primero debe creer y estar convencido de que esa meta es alcanzable. En segundo lugar la meta que se está proponiendo debe ser, en términos reales, posible. Y seguidamente tiene que haber dedicación, persistencia y perseverancia para ir siempre dando pasos con el rumbo dirigido hacia la consecución de esa meta. Finalmente debe existir disposición a sacrificar cosas, en el sentido de que cuando se tiene una meta muy clara hay que priorizar todo lo que tenga que ver con el logro de esa meta, y al momento de hacerlo hay cosas que necesariamente se tienen que dejar de lado.
El espíritu de servicio es, para él, uno de los valores fundamentales del ser humano. "Vivimos en una sociedad, no estamos solos, no nos bastamos a nosotros mismos, por lo que lo mínimo que podemos hacer es ayudar a los demás en la medida de nuestro alcance". El amor a la verdad y su búsqueda es otro valor prioritario para él: "Como profesor universitario mi trabajo debe ser buscar la verdad en las cosas, tratar de entenderlas como son y transmitirlas como son". Otros valores que aprecia mucho en las personas y que trata de practicar son la actitud positiva hacia los demás y hacia lo que ocurre alrededor, y la congruencia entre lo que se hace, lo que se dice y lo que se piensa.
En el transcurso de su vida como estudiante y profesor universitario le ha tocado experimentar en carne propia los acelerados cambios tecnológicos que se han dado en las últimas décadas. Durante la preparatoria no sólo no había computadoras sino que tampoco existían las calculadoras de bolsillo, lo que se utilizaba era la regla de cálculo. Le sorprende que cuando se introdujo la computación se pensara que el trabajo de los matemáticos se iba a ver afectado, cuando en realidad se ha incrementado. Para él la tecnología es amoral, es decir, no es ni buena ni mala: "El uso que se le da es el que puede ser bueno o malo, ya que una misma tecnología se puede usar para hacer daño o para hacer el bien. El desarrollo o evolución de la tecnología es algo inherente a la humanidad, al avance del hombre, y el lado bueno de ella es que permite resolver problemas que antes era imposible resolver".


En la atmósfera acelerada de cambios y de ajustes que se está viviendo actualmente él es optimista, o por lo menos trata de serlo, en el sentido de que todo, tarde o temprano, va a desembocar en una etapa mejor para toda la humanidad. Piensa que es natural que, en la medida en que uno de los polos que existían en el mundo perdió toda su fuerza, el que sobrevivió tenga al1.ora todas las posibilidades de imponer reglas a nivel global en el contexto del comercio internacional, y lamentablemente lo que interesa a los países desarrollados es seguir manteniendo su status a costa del trabajo de los países no desarrollados. Lo que está rigiendo el mercado es la oferta y la demanda y ésta la controlan los países que tiene más capacidad económica, lo que lleva a distorsionar la economía de los demás. México, de ser un país de economía primaria se ha convertido en un país maquilador, donde lo único que aporta es la mano de obra. Y ya han pasado más de veinte años de crisis económica, de deterioro permanente del poder adquisitivo de los trabajadores. "En el panorama internacional la polarización antes era este-oeste, ahora es norte-sur, pero todo tiene un límite, y considero que así como no se dio una guerra nuclear entre el bloque soviético y la OTAN tampoco se llegue a la situación extrema de que cada vez se subyugue más a los países del tercer mundo, porque esto a fin de cuentas será un suicidio a nivel global". Es muy probable que en unas décadas más China se convierta en la nueva potencia mundial, lo  que va a modificar la correlación de fuerzas. Lo que conviene, dice, a los Estados Unidos, y que debe ser su estrategia, es ayudar al desarrollo de América Latina para que en un futuro se forme un solo bloque «de otra forma en treinta o cuarenta años se van a quedar solos», considera.
Como parte de sus proyectos en curso destaca la organización de un Seminario de Historia de las Matemáticas que inició en septiembre de 1999. Su propósito es situar a las Matemáticas en su contexto histórico y cultural, analizando los aspectos humanísticos y filosóficos que acompañaron su generación y desarrollo. Cada semestre se imparten alrededor de treinta conferencias que están a cargo de profesores del departamento. Como producto del Seminario, en 2002 inició la publicación de una revista denominada Apuntes de Historia de las Matemáticas, de la cual él es coordinador editorial; su periodicidad es cuatrimestral y se distribuirá en instituciones educativas de todo el país.

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Principales avances de la Universidad de Sonora durante el rectorado de Marco Antonio Valencia

Promulgación de la Ley Orgánica No. 4, que plantea una reestructuración de la  Universidad con base en un régimen de des concentración funcional y administrativa, a través de unidades regionales,  divisiones y departamentos, y la integración de órganos colegiados.

Se crearon la Secretaría General Académica y la Secretaría General Administrativa, así  como las direcciones de Servicios Estudiantiles, de Servicios Generales, de Promoción Financiera y de  Comunicación.

Se inició el primer doctorado: Ciencias de Materiales (Polímeros). Se crearon 5 maestrías y  7 especialidades.

Se estableció el Programa de Becas al Desempeño Académico y el Programa de la Carrera Docente.

Se establecieron convenios de cooperación académica con 5 instituciones extranjeras.

Se construyó el Centro Universitario de Información y Consulta.

Se formó el Fondo Universidad de Sonora con aportación inicial de 500 mdp.

Se construyeron 10 edificios; se incrementaron las áreas verdes en 5,650 m2.

Se recuperó el uso del himno universitario en los actos oficiales de la Universidad.


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Fuente:

Guadalupe Beatriz Aldaco.  Nuestros rectores. Edición conmemorativa del 61 Aniversario de la Universidad de Sonora.

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sábado, 29 de septiembre de 2012

La arquitectura inicial en la Universidad...

En la década de 1920 la arquitectura mexicana entró a una nueva etapa identificada como "nacionalista", siguiendo tres corrientes fundamentales: "una basada en lo colonial (neocolonial), la inspirada en lo prehispánico (neoindigenista) y una más de origen revolucionario y actual (la arquitectura Deco)". Las dos primeras se enfrentaron a serios problemas de interpretación y ejecución. La neocolonial llegó a verse como una contradicción al renovar los valores de la dominación española y seguir esquemas demasiado costosos para un país que enfrentaba problemas sociales y económicos producto de una revolución. Por su parte, la neoindigenista, por las características arquitectónicas y urbanísticas propias del esquema prehispánico, presentaba la dificultad de resolver los espacios que dieran solución a las necesidades actuales. Esta corriente aportó al Art Deco motivos ornamentales que permitían su geometrización: "Produjo una arquitectura poco unitaria en donde lo prehispánico se redujo a la ornamentación e incorporación de algunos elementos aislados, sin ser congruentes con las demás partes del edificio".

De las tres vertientes del "nacionalismo" arquitectónico, fue la tercera, el Art Deco, la que contó con más posibilidades de expresión: "la vanguardia arquitectónica que se daba en los Estados Unidos y en Europa con los rascacielos, el uso masivo del cemento armado, el vidrio cubriendo grandes claros, la incorporación de materiales nuevos, como el aluminio y acero, etcétera". Afinidad con la moderna tecnología que permitió el florecimiento del Deco en México, y que se prolongó hasta la década de los 50, a pesar de que a nivel internacional se ubica en el período de 1925 a 1940. Resolvió una serie de espacios que iban desde la vivienda hasta los hospitales, pasando por escuelas, iglesias, cines, centros deportivos, etcétera.

Este esquema ubica los inicios de la arquitectura de la Universidad de Sonora en la vertiente "nacionalista". Por una parte tenemos el Edificio de Rectoría que nos remite a las concepciones ideológicas del maestro oaxaqueño José Vasconcelos. A principios de la década de 1920 se dio la polémica antiporfiriana que alcanzó a la arquitectura. José Vasconcelos, en su apología hispanista, llegó a imponer el neocolonial en un buen número de edificaciones, principalmente en aquellas a cargo de la Secretaría de Educación Pública, que encabezaba. Fue tal el impulso dado al "estilo" que llegó a ser llamado "Renacimiento Arquitectónico Mexicano", lógicamente con más entusiasmo populista que con verdadero rigor analítico. Pasando por alto la fuerte dosis de emotividad que produjo en su momento, se reconoce como una expresión de la revolución mexicana al polemizar y cuestionar el "academicismo" porfirista.

"El neo-colonial es ideológicamente antiacadémico porque se inscribe en la impugnación de la cultura arquitectónica afrancesada. No se trata, como pudiera pensarse superficialmente, de un revival más, sujeto al capricho del comitente o del individualismo del arquitecto".

En defensa de los valores nacionales, la arquitectura postrevolucionaria regresa a los espacios y expresiones de la colonia y del México prehispánico. Regreso que en el centro del país empezó a buscar un sitio en las décadas de 1920 y 1930, compartiéndolo con los últimos suspiros de la arquitectura afrancesada del porfirismo. A la necesidad de una expresión arquitectónica nacionalista, se agregó en Hermosillo su cercanía con los estados fronterizos. Vulnerables a los embates de la cultura anglosajona, la arquitectura rescatará para los sonorenses los valores nacionales. En palabras del arquitecto Leopoldo Palafox Muñoz, autor del edificio de Rectoría, encontramos los móviles del diseño de la fachada de este edificio principal: "El estilo de la fachada será colonial, como símbolo o afirmación de nuestro origen hispánico y estando tan cerca de la frontera norte, servirá de atracción a los intelectuales y turistas norteamericanos, que con mucha frecuencia viajan a nuestro estado".

La fachada principal nos presenta el esquema típico del barroco, al manejar los elementos formales de este estilo. El arco de medio punto rematado en su parte superior por un dintel moldurado, y flanqueado por pilastras adosadas, es la síntesis del barroco mexicano. El uso del tezontle como acabado nos remite a las construcciones de este estilo que diera a la arquitectura mexicana uno de sus momentos de mayor esplendor, así como la elaboración del escudo de la Universidad en base a azulejos de color. Los elementos formales pasan a la categoría de símbolos: "Dan majestad y gracia al frontispicio siete arcos, como símbolo de las siete virtudes y se asciende a su nombre por siete gradas que son como la escala a la sabiduría".

Sin embargo, es importante notar que la solución fue dada exclusivamente en la fachada principal, resolviendo las laterales dentro de un esquema del racionalismo arquitectónico: ventanas de sección cuadrada con antepecho, muros lisos y con molduras en la cornisa que tratan de integrarlas a la fachada principal. Al construirse los cuerpos ponientes, tanto en la sección norte como sur, se marcaron los accesos con un remetimiento flanqueando la pequeña escalinata con macetas volumétricas, que nos recuerda uno de los recursos del Art Deco para estos casos. Otro elemento que llama la atención es el muro ubicado entre los arcos de la fachada principal y la escalera frontal: muro liso con puertas y "ventanas" de sección cuadrada, que representa una combinación de la arquitectura neocolonial con el racionalismo y que, dicho sea de paso, carece de sentido. Por lo que respecta a la estructura del interior, tanto de los pasillos como de los salones, éste viene siendo un retorno al racionalismo al mostrar trabes y losas en su sencilla desnudez.

El edificio de Altos Estudios, construido para albergar la Secundaria de la Universidad, repite el esquema frontal del edificio principal. Pero es importante notar un juego interesante en la composición de la fachada, al colocar el portal o acceso desfasado del eje central y cargado hacia la derecha. La planta repetía en sus inicios la del edificio de rectoría, pero con diferentes proporciones. Posteriormente se construyó una pequeña torre en el lado poniente, cerrando el espacio y dando forma a un claustro.

Estos primeros edificios estaban envueltos por un ambiente semi rural, acequias, montes, casas de adobe dispersas, etcétera. De esta época datan dos construcciones que rompen con las pretensiones estilísticas del nacionalismo arquitectónico: la alberca, al sur del conjunto, y la bodega " dientes de sierra" al noroeste del mismo. El primer ejemplo retoma los valores del racionalismo al construir la estructura según los resultados del cálculo estructural sin importar que las secciones sean diferentes. El trampolín para clavados es el elemento que rompe con el esquema formal presentando un contraste plástico dentro del conjunto. La bodega "dientes de sierra" combina el racionalismo con elementos nacionalistas, los cuerpos adosados en las fachadas oriente y poniente están resueltos con una losa inclinada y teja de barro.

Estos dos elementos, principalmente la alberca, modifican el manejo espacial del conjunto. La comunicación entre la alberca y los primeros edificios es a través de un sendero flanqueado por árboles que parte de la plazoleta frontal del actual edificio de Altos Estudios, dando lugar a un eje transversal al existente. La modificación del manejo espacial esta también dentro de los lineamientos del racionalismo al romper con "el espacio monocéntrico de la perspectiva del Renacimiento" (Renato de Fusco. Historia de la Arquitectura Contemporánea. Tomo II, Ed. Blume, Madrid, 1983). Sin embargo, con la construcción del edificio del Museo y Biblioteca, retornamos a los valores del nacionalismo arquitectónico, al regresar a una de sus tres vertientes, al Ar Deco.



El Museo y Biblioteca participa del parteaguas en la construcción de espacios arquitectónicos públicos en la ciudad de Hermosillo. Es verdad que con la construcción del Hotel Laval, en 1939, y en su primera etapa, se parafrasearon los principios del arquitecto vienés Adolf Loos sobre el "delito" de la ornamentación, por lo que podemos afirmar que este edificio viene siendo la entrada de Hermosillo a los nuevos tiempos. El edificio del Museo y Biblioteca, proyectado por los arquitectos Felipe N. Ortega y Leopoldo Palafox Muñoz, es la reafirmación de una nueva arquitectura que sentará sus reales en la ciudad durante la década de 1940. La presentación del proyecto en las "vitrinas de la Casa Lizárraga" dio pie a una polémica en la que se manifiesta la transición del "neocolonial" al Art Deco.

El periodista Fernando Juvera, después de felicitar a los arquitectos Palafox y Ortega, pasa a hacer sus observaciones sobre el proyecto.

"Tal vez los dos cuerpos salientes de la fachada principal se verían mejor rematados con dos torres de estilo eclesiástico colonial, pues la estilización que se hace en las puertas mayores se pierde en la inmensidad de las líneas rectas que caracteriza el proyecto".

La respuesta del arquitecto Felipe N. Ortega no se hace esperar. Esta refleja uno de los argumentos del funcionalismo en lo que respecta a la función y la forma, el que ésta sea resultado del "destino" para el cual fue planteado: "Si los dos cuerpos salientes de la fachada principal, se hubieran proyectado en un estilo "eclesiástico colonial" que usted propone, el edificio en vez de tener carácter de Museo, lo tendría de Iglesia y no correspondería ni con mucho, a satisfacer el objeto a que está destinado".

Pasa posteriormente a hacer una disertación sobre la arquitectura moderna, y que en cierta forma es parte de la argumentación contra el academicismo decimonónico y la primer respuesta en su contra, el "neocolonial". Los postulados que sostuvieron el neocolonial como una búsqueda de los valores nacionales, pasa a una simple cuestión de imitación: "No es necesario seguir políticas de imitación en la arquitectura, toda burda y mala imitación debe ser evitada. La imitación es casi siempre ingrata. Es necesario tener un ambiente arquitectónico en armonía y lograrlo posiblemente sin ser desleal a nuestra época".

La lealtad a nuestra época, dicho en frente del, tal vez, único edificio que trató de rescatar para Hermosillo los valores nacionales reflejados en la arquitectura, viene siendo la carta de ingreso a la época moderna.

El diseño del edificio comparte algunos elementos propios del Art Deco:  "La arquitectura Deco (mexicana) se caracteriza por la sencillez y linealidad en sus formas generales; tanto plantas arquitectónicas como alzados, basan en figuras cuadrangulares en donde las curvas aparecen, a veces y sólo en las aristas para suavizar la excesiva linealidad de sus paramentos".

Aunque carece del juego de algunos elementos propios del estilo, rodapiés, zoclos, fachadas texturizadas, etcétera, probablemente por un "racionalismo" económico, si cumple con otros propios del Deco, tales como la simetría, jerarquización, contraste, ritmo, etcétera.

En cuanto a elementos decorativos y formales, los encontramos "dosificados" en áreas definidas respondiendo al citado racionalismo. Entre los materiales para acabados utilizados por el Deco, sobresale el granito, tanto en pisos como en detalles, jardineras, mostradores, etcétera. Dos son las áreas que fueron "marcadas": el gran vestíbulo frontal que sirve de envolvente a la estatua del general Abelardo L. Rodríguez, y la planta principal de la Biblioteca.

El tratamiento de los pisos exteriores e interiores, así como la colocación de los detalles, nos muestran el racionalismo bajo el cual fue pensado. Subimos las escalinatas hasta llegar a la explanada superior, observando la combinación de pisos rústicos con detalles de mosaicos formando figuras cuadradas. Al ingresar al vestíbulo, el piso rústico cede su lugar a placas de granito pulido, y las esbeltas columnas con recubrimiento del mismo material. En este espacio nos encontramos con la estatua del general Abelardo L. Rodríguez sobre un pedestal de estilo Deco. Los ingresos a la Biblioteca y al Auditorio están flanqueados por un par de jardineras de granito, achaflanadas en la parte superior.

En el interior de la Biblioteca, el diseño del pavimento responde al juego formal del estilo. La combinación de colores en juegos geométricos que se prolongan por los pasillos o marcan áreas de descanso o servicios, que "suben" por las escaleras de planta curvada y flanqueadas por jardineras escalonadas del mismo material, con sus aristas "suavizadas", el acceso al siguiente nivel por dos entradas de planta ovalada, son el juego formal del Art Deco. El acceso a la Biblioteca está marcado por dos volúmenes prismáticos y moldurados geométricamente en su parte superior, y adosados a las columnas. Continuando al interior, dos mostradores, uno a cada lado, de planta curvada y de cantos suavizados, con detalles decorativos formados por franjas del mismo material que los recorren a todo lo largo. El conjunto muestra la simetría propia del Deco.

El manejo espacial del pasillo, que une el ingreso con la planta en elevado al fondo, responde al manejo geométrico del estilo. Un plafón lo recorre a todo lo largo mostrando las líneas circulares y separada de la loza para dar lugar, probablemente, a la iluminación indirecta. Actualmente, y para reducir el volumen a refrigerar, disminuyendo el gasto de energía, lo cubre un falso plafón.

El manejo volumétrico del edificio, combina elementos formales que empezaron a utilizarse durante-la década de 1940, con otros que podríamos considerar "regionales". Característico en el manejo de la volumetría es el uso de los parteluces, como una solución al problema del asoleamiento: "Hacia 1942 se extiende la modalidad de los parteluces de concreto en forma de placa, los marcos de ventanas formados por cuatro lozas de canto y variedades que responden a la misma tendencia".

La arquitectura posterior a 1930 se caracterizaba por la simplicidad y la falta de ornamentación. La celosía con motivos geométricos fue una de las formas de integración plástica experimentadas durante este período. En el edificio del Museo y Biblioteca se cubren amplias superficies en los accesos a la Biblioteca y al Auditorio.



El funcionalismo
La revolución industrial trajo al quehacer constructivo nuevos espacios para resolver una serie de actividades producto de este evento internacional. La arquitectura anterior a la revolución industrial, se limitaba a resolver espacios relacionados con las actividades del poder, ya terrenal o espiritual, de la cual surgen los palacios y catedrales. Estas nuevas actividades se resolvieron utilizando los viejos moldes arquitectónicos durante el siglo XIX, trayendo como consecuencia un movimiento renovador a fines de este siglo y principios del presente.

El cuestionamiento de los viejos esquemas, donde las formas son el factor primordial, motivó toda una corriente de pensamiento que buscaba no sólo nuevas soluciones a las recientes actividades, sino además la utilización de una tecnología constructiva que rebasaba con creces los viejos moldes. La búsqueda de soluciones espaciales en las cuales se mezclaba la irrupción de la clase media como factor de juego político y social con nuevos materiales y técnicas constructivas, trajo como consecuencia un proceso de "racionalización en la actividad constructiva".

Entra en juego la discusión sobre la forma y la función, dando a esta última el papel preponderante en el proceso de diseño, quedando la primera relegada a un "resultado" secundario, proceso que tardó varias décadas para tomar carta de naturalización en nuestro país. Durante la década posterior a la revolución mexicana, la arquitectura "porfirista" compitió con los primeros intentos de llevar a la práctica las teorías europeas que estaban en, contra del "academicismo" decimonónico. Sin una clase media consolidada durante los tiempos en que el funcionalismo internacional hiciera su irrupción en México, la función respondía poco, adoptándose más como una reacción al porfirismo y su muy decimonónica forma de hacer arquitectura. La función, como categoría arquitectónica, ingresa a nuestro país sin la base social que la generara en el viejo continente, siendo substituida por una "masificación" de la política nacional y, por ende, de los espacios arquitectónicos a resolver. Es en este punto, donde encontramos la razón de ser del rescate de las "formas" anteriores, como el colonial o el indígena que vienen a dar un carácter propio al nacionalismo mexicano. El binomio forma-función adquiere en nuestro país una connotación distinta y particular. Aceptada la función como rectora de los espacios y sus relaciones, la memoria recupera las formas para darle una identificación regional.

Le Corbusier estableció, en 1926, los cinco puntos doctrinales para la nueva arquitectura. En torno a éstos giraría la transformación de los espacios, al ser liberados los muros del soporte de las "cargas": "debido a la estructuración a base de apoyos aislados, como en la continuidad espacial de muros, techumbres y vanos, y en el aspecto formal de las fachadas”. Algunos arquitectos mexicanos adoptaron estos principios en busca de una arquitectura racional y funcionalista, en contra "de los anticuados, obsoletos, engañosos y antirracionalistas, neocolonialistas y californianos”. El neocolonial, visto por algunos historiadores de la arquitectura mexicana como "ideológicamente anti-académico ", es reinterpretado por otros autores en los términos señalados.

La polémica parte de apreciaciones ideológicas en sus autores. Mientras los primeros inician la arquitectura pos-revolucionaria como la entrada a una nueva era, los segundos la buscan a partir de los principios del funcionalismo. Sin embargo, las dos corrientes, el neocolonialismo y el Deco, por una parte, y el funcionalismo, por la otra, tienen un arranque paralelo.

El arquitecto Antonio Toca Fernández, en su artículo" Arquitectura moderna de México: la historia oficial ", publicado en enero de 1992, nos aclara sobre el particular.

"En los años cincuenta, consolidada ya como la tendencia principal, el funcionalismo fue el estilo predominante en cualquier país que intentara tener una imagen moderna, y México no fue la excepción (...) el éxito del funcionalismo hizo que, a pesar de ser una tendencia más dentro de las diversas modalidades, pronto se identificó como la única (...) Esta arquitectura moderna fue la que se relacionó directamente con los modelos internacionales. Y se trataron de construir los mismos edificios que la arquitectura internacional había fijado como modelos, en los países avanzados y en los que no lo eran".

La arquitectura de la Universidad de Sonora está, en términos generales, dentro del ambiente estético del funcionalismo. Salvadas algunas consideraciones simbólicas en sus primeros edificios, podemos afirmar que éstos también fueron pensados en términos espaciales de funcionalismo.

A principios de los cincuentas se inauguró el edificio del actual DICTUS (Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad de Sonora), y que albergó en sus inicios a la Escuela de Agricultura y Ganadería. El funcionalismo es una propuesta de carácter internacional que busca una unificación de los espacios arquitectónicos. Sin embargo, cada una de las regiones del mundo le imprimen su propio carácter utilizando los materiales regionales, dándose la posibilidad de "ampliar inmediatamente el repertorio internacional, recuperando algunos valores de la arquitectura tradicional" (Benevolo. p. 667). Este edificio responde a tal intención utilizando muros de piedra y recubrimientos de cantera. La necesidad de contar con áreas administrativas, auditorios, salones de clases y laboratorios, cada uno de ellos con sus requerimientos específicos, obliga a un esquema arquitectónico en el cual se rompe con el fuerte concepto de simetría manejado por el nacionalismo arquitectónico.

La primera etapa de la historia de la arquitectura de la Universidad de Sonora, gira en torno a los conceptos del nacionalismo arquitectónico, en sus modalidades del Art Deco y del neocolonial, y de un racionalismo con elementos formales del nacionalismo. Empieza con los viejos caudillos regionales y culmina con las primeras aventuras empresariales de agricultores y ganaderos. Transita entre espacios cargados de un simbolismo y de valores morales que buscan como uno de sus objetivos primordiales, el rescate de nuestros valores culturales, hasta edificaciones que obedecen a una política de racionalidad en la construcción. Son espacios con una carga ambiental propia de una sociedad que despega hacia el progreso y ve en sus construcciones una identidad propia.

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Fuente:

Jesús Félix Uribe. Memoria Gráfica de la Arquitectura. Universidad de Sonora. 1996.

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